Ángela Ruiz Robles no fue una gran literata, no escribió novelas, ni poemas… Sus libros no han padecido el desdén de la historia ni de la crítica literaria. Pero esta mujer merece un espacio en el blog de Con Letra de Mujer porque fue la inventora del libro digital. Sí, la inventora del e-book fue una profesora de León. ¿Lo sabías?
Quizás si el inventor hubiera sido un hombre, muy probablemente su nombre se repetiría hasta la saciedad en los libros de texto. Y también si hubiera sido un hombre, su invento, allá por el año 1949, hubiera tenido apoyo económico e institucional para que se produjera industrialmente, cosa que, como era de esperar, no ocurrió.
¿Quién fue Ángela Ruiz Robles?
Ángela Ruiz Robles fue una maestra, inventora y empresaria nacida en Villamanín (León) en 1895. De familia acomodada, estudió en la Escuela de Magisterio de León, donde pronto comenzó a enseñar taquigrafía, mecanografía y contabilidad mercantil.
Fue una joven con una mente inquieta y una profunda vocación pedagógica. Así, con tan solo 22 años fue nombrada directora de la escuela de La Pola de Gordón, y un año después obtuvo plaza como maestra en Santa Uxía de Mandía, una pequeña aldea cercana a Ferrol. Allí empezó una vida dedicada a enseñar, investigar y buscar nuevas formas de aprendizaje.

En una España marcada por el analfabetismo y la falta de recursos educativos, Ángela destacó por su compromiso con la enseñanza a los más vulnerables. Daba clases gratuitas a personas adultas analfabetas y visitaba sus casas después del horario escolar para enseñarles a leer y escribir. Así no es de extrañar el homenaje que en 1925 sus vecinos le rindieron por su entrega y altruismo.
En 1928, Ruiz Robles se trasladó definitivamente a Ferrol, donde desarrolló la mayor parte de su carrera profesional y de su labor como inventora. Allí, en 1945, asumió la dirección del Instituto Ibáñez Martín y fundó en su propio domicilio la Academia ELMACA, un centro dedicado a la formación de jóvenes y adultos, con especial atención a las mujeres, en una época en que el acceso de estas a la educación era todavía limitado.
Además, la academia se transformó en un auténtico centro social de la ciudad. Allí acudían las personas analfabetas a que les leyeran las cartas que les enviaban sus familiares emigrados, se celebraban tertulias literarias, se coordinaba la distribución de alimentos y hasta se podían contemplar las procesiones religiosas.
Como dato curioso, el nombre de la academia estaba formado por las iniciales de los nombres de sus tres hijas. Porque además de ser una profesional emprendedora, Ángela era madre de familia numerosa.
Su entrega fue recompensada con la Cruz de Alfonso X el Sabio (1947), una de las más altas distinciones en materia educativa en España. Pero más allá de los premios, su mayor legado fue haber demostrado que una maestra, desde un aula humilde, podía mejorar el futuro de las personas.
Una maestra que revolucionó la enseñanza
Ángela Ruiz Robles no concebía la docencia como se hacía en su época, como una mera transmisión de contenidos; para esta maestra tenía que ser una experiencia viva, visual y creativa. Fue una precursora de la educación moderna, defensora del aprendizaje activo y de la enseñanza de idiomas, del uso de materiales didácticos y del aprendizaje basado en la intuición y la observación.
Su lema podría resumirse en una idea: enseñar de forma práctica, amena y accesible para todos.
Como era de esperar, muchas de sus ideas resultaban difíciles de comprender en su tiempo. Ángela Ruiz Robles fue una mujer valiente, capaz de cuestionar las estructuras rígidas de la escuela tradicional y de desafiar ciertas normas sociales que limitaban el papel de las mujeres. Se cuenta que el alcalde de su localidad llegó a reprenderla por montar a caballo a horcajadas, una conducta considerada impropia para una mujer «decente», sobre todo tratándose de una maestra que debía, según la moral de la época, dar ejemplo.
Sin embargo, hay que decir que para algunos aspectos seguía siendo muy tradicional y que tenía una profunda fe católica.
Además de maestra e inventora, Ruiz Robles fue una prolífica escritora y divulgadora. Publicó dieciséis libros entre 1938 y 1970, dedicados a la ortografía, la gramática, la historia, la geografía y la taquigrafía.
De la tiza al engranaje: el nacimiento de la enciclopedia mecánica
La necesidad de un cambio
Ángela observaba cómo los niños cargaban cada día con libros pesados, y que el aprendizaje seguía siendo repetitivo y memorístico. Si hubiera visto cómo van hoy los estudiantes al colegio, con esas mochilas enormes a la espalda, probablemente le habría dado, como mínimo, una crisis de ansiedad…
Entonces se propuso un objetivo tan creativo como ambicioso: crear un libro que facilitara el estudio, despertara la curiosidad y redujera el esfuerzo físico y mental de los estudiantes.

Así nació la idea de la Enciclopedia Mecánica, un libro interactivo que reuniría todas las materias en un solo soporte, combinando texto, imagen y sonido.
Una pedagogía ideovisual
Ruiz Robles describía su invento como un método ideovisual, didáctico e internacional, porque permitía aprender con la vista, el oído y el tacto, estimulando los sentidos y la comprensión global. En su diseño, los alumnos podían presionar botones para mostrar letras, palabras o frases; utilizar bobinas intercambiables con diferentes materias; escribir sobre láminas transparentes y, además, leer con luz incorporada, incluso en la oscuridad.
Su objetivo era claro: Hacer el aprendizaje más atractivo, más fácil y adaptado al progreso tecnológico.
En pleno siglo XX, soñaba con una escuela interactiva, accesible y digital antes de que existiera la informática. Toda una visionaria, ¿verdad?
Las patentes que cambiaron la historia del aprendizaje
La primera patente: 1949
Bajo el título Procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para la lectura de libros, Ruiz Robles registró su primera patente en 1949. El sistema consistía en un libro con pulsadores que elevaban las páginas mediante aire o mecanismos sencillos, permitiendo leerlas tras una pantalla de plexiglás transparente y luminosa.
Cada lección se mostraba de forma ordenada y visual, y el dispositivo estaba pensado para ser ligero, portátil y fácil de manejar por los niños. Incluso incluía el uso de tintas fosforescentes para leer en la oscuridad, una auténtica revolución para su tiempo.

La segunda patente: 1962
En 1962, perfeccionó su invento con una segunda patente a la que llamó Aparato para lecturas y ejercicios diversos. En esta versión, eliminó algunos mecanismos eléctricos para simplificar su funcionamiento, manteniendo la estructura de bobinas intercambiables por asignaturas.

Este nuevo modelo incorporaba lentes de aumento ajustables, reproducción de sonido y compartimentos para guardar material escolar, anticipando elementos que hoy asociamos a las tabletas electrónicas.
El prototipo fue construido en el Parque de Artillería de Ferrol y actualmente se conserva en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (MUNCYT) de A Coruña.
En 1970, Ángela recibió una propuesta para comercializar su invento en Estados Unidos, pero la rechazó, porque pensaba que los beneficiarios debían ser exclusivamente los españoles.
Un año más tarde, la empresa Instituto Técnico de Especialistas en Mecánica Aplicada, S. A. (ITEMASA) mostró interés por su Enciclopedia mecánica y elaboró un plan de viabilidad que contemplaba la fabricación de 10.000 unidades en acero y plástico. Cada ejemplar tendría un peso aproximado de unos 150 gramos y un precio estimado entre 50 y 75 pesetas, lo que la haría accesible para la mayoría de las familias.
Sin embargo, una vez más, la inversión inicial que se le exigía a la inventora, 100.000 pesetas, superaba sus posibilidades económicas, impidiendo que su proyecto llegara a materializarse.
Sin duda alguna, la precursora del e-book
Como hemos visto, no es descabellado afirmar que el libro mecánico de Ángela Ruiz Robles es el abuelo del libro electrónico actual. Su invento es anterior al Proyecto Gutenberg de 1971 o al primer lector digital de los años 90. Su Enciclopedia Mecánica reunía muchas de las características que hoy encontramos en los libros digitales modernos:
- Portabilidad y ligereza.
- Interactividad mediante pulsadores y bobinas.
- Posibilidad de actualización de contenidos.
- Iluminación para lectura nocturna.
- Inclusión de sonido e imágenes.
- Enfoque educativo y accesible.
La autora de un sueño pedagógico
La figura de Ángela Ruiz Robles continúa inspirando a docentes, inventoras y creadoras. Su idea de una educación interactiva, accesible y personalizada se ha convertido en una realidad con las tabletas y plataformas digitales.
Pero sobre todo hay que destacar de su labor pedagógica, que fomentó la educación inclusiva y popular, en un país marcado por la posguerra y el analfabetismo, su proyecto educativo fue un acto de resistencia.
Su visión unía tecnología, pedagogía y humanismo. Ella misma explicaba su propósito así:
«Mi invento aligera el peso de las carteras, hace más atractivo el aprendizaje y adapta la enseñanza al nivel de cada alumno.»
—Ángela Ruiz Robles
Su historia demuestra que la innovación no nace únicamente en un laboratorio, y que no se limita estrictamente al campo científico, una maestra de una ciudad de provincias con una idea puede anticipar el futuro.
Premios, homenajes y legado
A lo largo de su vida, Ángela Ruiz Robles recibió múltiples reconocimientos:
- Cruz de Alfonso X el Sabio (1947).
- Medalla de Oro en la Exposición Nacional de Inventores (1952).
- Lazo de la Orden de Alfonso X el Sabio (1956).
- Medallas de Bronce y Plata en exposiciones internacionales de Bruselas (1957, 1958, 1963).
- Distinciones en Ginebra, Sevilla y Madrid durante las décadas de 1960 y 1970.

En 2016, Google le dedicó un Doodle en homenaje a su 121 aniversario, y hoy su figura forma parte de la historia de la ciencia y la educación con nombre de mujer.
Aunque en los últimos años la figura de esta inventora ha sido cada vez más reivindicada, Ángela Ruiz Robles no logró obtener ni financiación industrial ni apoyo estatal para la producción masiva de su invento. Aun así, fue reconocida internacionalmente como la única inventora española de su tiempo con patentes pedagógicas activas, un logro extraordinario del que sin duda tenemos que hacernos eco.
¿Creéis que si hubiera sido hombre hubiera obtenido financiación para su proyecto? ¿Hubiera tenido el libro mecánico más repercusión en la época si el inventor no hubiera sido una mujer? ¿Qué opináis?
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